Toma de decisiones compartida

Se dice que la toma de decisiones compartida es deseable porque la participación del paciente se acepta como un derecho y los pacientes en general desean

más información sobre su estado de salud y prefieren tomar un papel activo en las decisiones sobre su salud.

 

Entonces hay tres razones que atender:

 

1. La toma de decisiones compartida  es un derecho humano. Esta afirmación es absoluta. 

 

Nuestros cuerpos nos pertenecen. Cualquier decisión sobre ellos debe contar con nuestro consentimiento informado. 

 

"Nada sobre mí sin mí" es un principio fundamental en medicina, y sigue siendo válido, aunque no siempre se implementa adecuadamente.

 

 

2. Los pacientes en general quieren más información sobre su estado de salud. Esta es una afirmación menos absoluta, y con razón. 

 

Los pacientes varían mucho en cuanto a qué tipo de información desean y qué tipo de información desean, y conocer su preferencia individual por el

 

conocimiento es en realidad parte del papel del profesional en la toma de decisiones compartidas. Esto se aplica tanto al diagnóstico como a  las opciones

 

de tratamiento.

 

 

3. Los pacientes prefieren tomar un papel activo en las decisiones sobre su salud. Esto puede o no ser cierto para cada individuo y cada decisión. 

 

La oferta de un rol activo debe ser explícita (esa es la cuestión de los derechos humanos), pero no hay obligación para que el paciente cargue con la carga de

 

cada decisión. 

 

"Vine porque quiero que me informe y saber su opinión, doctor" es una respuesta perfectamente válida. 

 

También lo es "... Necesito más información y tiempo para pensarlo y hablar con mi familia...". 

 

La toma de decisiones compartida no implica que cada consulta deba consistir en arrojar información al paciente para finalizar con una respuesta conjunta

 

definitiva.

 

 

Una Revisión Cochrane (1) acerca de la utilidad de los métodos para tomar decisiones compartidas se publicó el año pasado.

 

Los autores explican que “... El objetivo de esta revisión fue averiguar si las actividades para aumentar la toma de decisiones compartidas por los

 

profesionales de la salud son efectivas o no..." 

 

Ejemplos de estas actividades son programas de capacitación, distribución de folletos o recordatorios por correo electrónico.

 

Los investigadores de Cochrane recopilaron y analizaron todos los estudios relevantes para responder a esta pregunta, y encontraron 87 estudios.

 

Esta es una gran cantidad de estudios que intentan cubrir un grupo muy variado de actividades destinadas a aumentar la toma de decisiones compartidas. 

 

La conclusión final fue:

 

"... No se sabe si las intervenciones para aumentar el uso de decisiones compartidas por parte de los profesionales de la salud son efectivas porque

 

la certeza de la evidencia es baja o muy baja... ".

 

Muchas preguntas, pocas respuestas

 

¿Dónde nos deja esta conclusión? 

 

Ciertamente, con muchas preguntas y pocas respuestas, lo cual es profundamente frustrante en un momento en el que la toma de decisiones compartida se

 

populariza cada vez más como un principio fundamental en todos los sistemas de salud. 

 

Si no sabemos cómo promoverlo, ¿cómo podemos esperar que se convierta en una realidad en todos los entornos de atención médica?

 

De hecho, esta revisión puede verse más como un reflejo del estado confuso de la investigación en el campo que del fracaso en el progreso. 

 

El movimiento social más amplio para una mayor autonomía del paciente y un conocimiento abierto de la salud es imparable, y lo que vemos aquí es un intento

 

de capturar la pequeña parte que se publica en la literatura médica en forma de estudios intervencionistas. 

 

El cambio cultural es complejo y no puede medirse adecuadamente observando intervenciones simplistas con resultados inadecuados.

 

 

 

La toma de decisiones compartida necesita más que solo conocimiento.

 

Las revisiones Cochrane desempeñan un gran papel en la generación de evidencia sobre intervenciones médicas, y a menudo forman la mejor base de

 

conocimiento para la toma de decisiones compartidas en la práctica clínica. Pero el conocimiento es solo un elemento para tomar decisiones compartidas. 

 

Para que se pueda efectuar de manera efectiva, se necesita una actitud diferente, un nuevo conjunto de habilidades, herramientas  que se adapten mejor al

 

conocimiento de los pacientes y un entorno donde la comunicación personal se haga posible (espacio y tiempo).

 

Si realmente creemos que la toma de decisiones compartida es un derecho humano, y no un ideal platónico inalcanzable, debemos enseñarlo en la facultad,

 

incorporarlo en herramientas de conocimiento compartidas tanto para pacientes como para médicos, convertirlo en una habilidad para el aprendizaje

 

permanente y darle cabida en el sistema de salud para promoverlo. 

 

 

Todas estas cosas se tienen que dar.

 

 

Richard Lehman Professor of the Shared Understanding of Medicine at the University of Birmingham

 

(1) https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD006732.pub4/full