El sesgo de estudiar más a los hombres.

Siglos de exclusión femenina de los estudios científicos ha significado que las enfermedades de las mujeres a menudo se pierdan, se diagnostiquen

erróneamente o sigan siendo un misterio.

 

 

Algunos datos: 

 

 

1. A principios de los años 60, observando que las mujeres tendían a tener tasas más bajas de enfermedad cardíaca hasta la menopausia, los investigadores realizaron el primer ensayo para ver si la hormonoterapia de reemplazo era efectiva. 

El estudio inscribió a 8.341 hombres y ninguna mujer.

 

2. Un estudio piloto respaldado por el Instituto Nacional de Salud de la Universidad Rockefeller que analizó cómo la obesidad afectaba el cáncer uterino y de

mama no inscribió a una sola mujer ".

 

3. En 1985 el Estudio Longitudinal de Envejecimiento de Baltimore  (que comenzó en 1958) y pretendía explorar el “envejecimiento humano normal”,

no inscribió a ninguna mujer durante los primeros 20 años que funcionó

 

4. El Estudio de salud de los médicos (Physician Health Study), que concluyó hace poco, enunció que tomar una aspirina diaria puede reducir el riesgo de

enfermedad cardíaca. Fue realizado en 22.071 hombres y 0 mujeres

 

5. El Ensayo de Intervención de Factor de Riesgo Múltiple de 1982, conocido como MRFIT, que analizó si el cambio en la dieta y el ejercicio podrían ayudar a

prevenir enfermedades del corazón incluyó solo 13.000 hombres.

 

El resultado de este sesgo masculino en la investigación se extiende más allá de la práctica clínica

 

De los 10 medicamentos retirados del mercado por la FDA en Estados Unidos entre 1997 y 2000 debido a efectos adversos graves, ocho causaron

mayores riesgos para la salud en  las mujeres

 

Un estudio de 2018 encontró que esto fue el resultado de "sesgos masculinos graves en la investigación básica, preclínica y clínica".

 

La campaña tuvo un efecto en los Estados Unidos: en 1993, la FDA y el NIH (Inglaterra) ordenaron la inclusión de mujeres en ensayos clínicos. 

 

Desde los años 90, se han incluido más mujeres en ensayos clínicos, pero los investigadores no siempre han analizado los resultados por sexo y/o género. 

 

El NIH tardó hasta 2014 en comenzar a reconocer el problema del sesgo masculino en los ensayos preclínicos.

 

Extraído del libro:  Pain and Prejudice de Gabrielle Jackson.