COVID-19: nuevo informe sobre la enfermedad en niños

Desde que inició la pandemia de COVID-19, la población más afectada son los adultos, de sexo masculino. En cambio, la población infantil ha corrido con la suerte de ser mucho menos afectada aunque, cuando queda implicada, la distribución clínica según la intensidad de la infección es muy similar a la observada en adultos. 

 

Hasta hace una semana atrás (17/4/20) se había publicado un solo trabajo observacional sobre este tema. Era desarrollado con niños de China, que ya fue comentado en este sitio, en el que se observó que, de un total de 2143 niños, solo el 5.6% (112), tuvieron enfermedad grave con hipoxia y necesitaron internación y solo 13 desarrollaron insuficiencia respiratoria con síndrome de distrés respiratorio o falla multiorgánica. Hasta esa fecha no se habían registrado muertes en menores de 17 años.

 

Pero la expansión mundial de la enfermedad ha motivado a otros grupos a estudiar, describir y publicar sobre la situación. Aunque el número absoluto de implicados es muy bajo, la infección por COVID-19 no deja de ser una gran preocupación para los padres y médicos de esta población.

 

Las características clínicas de la afección infantil podría ser diferente según el país en que se da. En Gran Bretaña están preocupados por la forma de presentación de los problemas respiratorios infantiles, en relación con la alta prevalencia de tabaquismo prenatal y los niveles de obesidad infantil (ambos asociados a enfermedades respiratorias más graves). Aunque aún no hay datos concretos sobre la incidencia y el pronóstico de los niños con problemas respiratorios pre-existentes (mucovisidosis, asma, etc), la preocupación de los padres de este subgrupo es mucho mayor, porque es lógico pensar que de contagiarse, la afección en estos casos podría ser más peligrosa.

 

Aunque en muchos adultos las formas leves de la enfermedad suelen manifestarse con infiltrados intersticiales bilaterales o elevaciones de la ferritina, la  procalcitonina o el dímero d, no siempre estos hallazgos son extrapolables en niños. Como el compromiso en la población infantil es tan diminuto todavía no está claro si esos marcadores de actividad de la enfermedad (además inespecíficos) pueden tenerse en cuenta en esta población.

 

Las recomendaciones terapéuticas también están basadas en trabajos observacionales en adultos pero, a la fecha, no hay ensayos clínicos que aporten evidencia certera en esa población y, por lo tanto, tampoco los hay en la población infantil.

 

El 2/4/20 se publicaron en EEUU datos sobre 149760 personas de todas las edades afectadas por la enfermedad y confirmadas por laboratorio. Se halló que el 1.7% (2572 personas) eran menores de 18 años. La mediana de edad fue de 11 años (rango 0-17 años). El 32% (813) tenía entre 15 a 17 años de edad,  27% (682) tenía entre 10 y 14 años 15% (388) eran niños de entre 5 y 9 años fueron  (15%). Los niños de entre 1 y 4 años fueron el 11% (291) y los lactantes 15% (398). El 43% eran de sexo femenino. 

 

La presencia de fiebre, tos y disnea fue documentada en el 73% de los pacientes (versus en el 93% de los adultos). Entre los pacientes pediátricos se pudo confirmar certeramente cada uno de esos síntomas en el 56%, 54% y 13% respectivamente. También se reportaron mialgias, odinofagia y diarrea con menos frecuencia. 

 

Se pudieron recabar datos sobre la atención hospitalaria de 745 niños (29%). De ellos, 147 (5.7%) fueron internados y 15 (0.5%) requirieron terapia intensiva. Los menores de un año fueron la población más numerosa en visitar el hospital (entre el 15 y 62%): de 95 consultas, 59 fueron internados y 5 requirieron terapia. Entre los mayores de un año de edad, solo el 14% requirió internación. Se obtivieron datos sobre morbilidades previas en 345 niños. De ellos, 80 (23%) tenían problemas previos, los más frecuentes fueron las enfermedades pulmonares crónicas (40), las cardiovasculares (25) y la inmunosupresión (10).   

 

En conclusión, la población infantil afectada por COVID-19 continúa representando una proporción muy pequeña del total de los afectados en la pandemia y mucho menor aún es la población que ha necesitado internación y cuidados intensivos, pero la necesidad de internación fue más importante entre los lactantes que entre los niños mayores.

 

Aunque la mayoría de la población infantil parece no ser afectada por el virus es probable que jueguen un importante papel en la propagación de la enfermedad.  Las medidas de cuarentena, distanciamiento y los cuidados higiénicos se deberán seguir practicando.

 

Con el endeble escenario actual, para el caso de cada niño con diagnóstico de COVID-19 se deberán tener en cuenta las condiciones preexistentes y ser muy cuidadosos a la hora de la comunicación con los padres, ya que, en la situación actual confluyen la poca evidencia sobre tratamientos y pronóstico en los adultos, la menor información genuina sobre las características de la enfermedad en los niños y el exceso de información y desinformación que cada persona consume a través de medios de comunicación y redes sociales. La buena relación médico-paciente-familia, podrá evitar la desinformación y la mala interpretación de cada situación en particular. En momento de tanta incertidumbre, la verdad y la coherencia son las únicas herramientas con las que contamos para transmitir la información. La Medicina y la Salud Pública deberían trabajar articuladas con instituciones de Cultura y Educación, enseñando a los niños los conceptos de higiene necesarios para que se retrase la propagación de la enfermedad y minimizar sus consecuencias para la sociedad.

 

Bibliografía

 

- COVID-19 en niños. https://www.fundacionmf.org.ar/visor-producto.php?cod_producto=5615

 

-Sinha IP, Harwood R, Semple MG, et al. COVID-19 infection in children. Lancet Respir Med. 2020 March 27

 

-CDC COVID-19 Response Team. Coronavirus Disease 2019 in Children — United States, February 12–April 2, 2020. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 2020 Apr 10;69(14):422-426. doi: 10.15585/mmwr.mm6914e4



 


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