Vitamina D y COVID-19. Revisión de la evidencia para tratamiento y prevención

Resumido de: https://www.cebm.net/covid-19/vitamin-d-a-rapid-review-of-the-evidence-for-treatment-or-prevention-in-covid-19/
 

El Comité Asesor Científico sobre Nutrición (SACN) del gobierno del Reino Unido recomienda una ingesta diaria de 10 µg (400UI/día) de vitamina D para todas las personas mayores de 4 años que viven en el Reino Unido a fin de garantizar la salud musculoesquelética. Estiman que esto satisfacerá las necesidades del 97.5% de la población, pero teniendo en cuenta que es difícil lograr esta ingesta solo con dieta, también recomiendan los suplementos. Para los niños pequeños, SACN definió niveles de ingesta segura en lugar de valores de ingesta de referencia; para los menores de 1 año de edad, 8.5 a 10 µg (340 a 400 UI) por día y para niños de 1 a 4, 10 µg (400 UI) al día.
 

 

La deficiencia de vitamina D


La vitamina D generalmente se mide en el suero sanguíneo en la forma relativamente estable de 25-hidroxicolecaliferol (25 OH D3). En el Reino Unido, se usan 25 nmol/L (1 ng / ml) como límite para la deficiencia, pero no existe una definición universalmente aceptada, por lo que los estudios clínicos han utilizado diferentes valores para definir la deficiencia de vitamina D. 
 

El deficit de vitamina D es muy común, particularmente en invierno. De acuerdo a su evaluación, en el Reino Unido, desde enero a marzo, el 30% de las personas de 65 años o más y el 40% de las personas de 19 a 64 años tenían concentraciones séricas de vitamina D inferiores a 25 nmol/L. El informe SACN del gobierno del Reino Unido identifica a las personas con alto riesgo de deficiencia:

 

  • Bebés y niños menores de 4 años
  • Mujeres embarazadas y lactantes, particularmente adolescentes y jóvenes
  • Mayores de 65 años de edad
  • Personas con poca o ninguna exposición al sol, por ejemplo, aquellos que cubren su piel por razones culturales y aquellos que están confinados a la casa o encerrados en el interior durante largos períodos
  • Personas con piel más oscura, por ejemplo personas de origen familiar africano, africano-caribeño o del sur de Asia.

 


Evidencia in vitro del papel de la vitamina D en la inmunidad y la infección


Existe evidencia in vitro de que la vitamina D está involucrada en las respuestas de las células inmunes a algunos patógenos respiratorios virales y bacterianos. La vitamina D parece aumentar los genes involucrados en las respuestas de las células inmunes que están expuestas a Streptococcus pneumoniae. Hay estudios de laboratorio que muestran que las células epiteliales respiratorias pueden convertir la vitamina D en su forma activa, y que los metabolitos de la vitamina D aumentan las citocinas involucradas en la inmunidad en respuesta a virus respiratorios. Sin embargo, los metabolitos de la vitamina D no parecen prevenir la replicación viral en cultivos celulares.

 


¿Por qué considerar la vitamina D en COVID-19?
 

Algunos autores han especulado que las personas con niveles bajos de vitamina D en suero podrían tener un mayor riesgo de infección por COVID-19, o empeorar si están infectadas. Existe una superposición entre los grupos con alto riesgo de deficiencia de vitamina D y los grupos con alto riesgo de COVID-19 grave. Los ejemplos incluyen personas con enfermedades crónicas, edad avanzada y personas de origen étnico negro y minoritario (OENyM). Sin embargo, los bebés y los niños menores de 4 años pertenecen al grupo de riesgo de deficiencia de vitamina D, pero no se consideran de alto riesgo para COVID-19 grave.


La cobertura mediática ha resaltado la alta carga de COVID-19 en las poblaciones OENyM. El 10 de abril de 2020, el Centro Nacional de Auditoría e Investigación de Cuidados Intensivos del Reino Unido (ICNARC) informó que el 31% (310/993) de los pacientes que requerían asistencia respiratoria avanzada pertenecían en su origen étnico a una raza no blanca, en comparación con el 24% de los pacientes (99/408) que recibieron asistencia respiratoria básica. Estos datos son intrigantes, pero debemos ser cautelosos y no sobreestimarlos. Estas auditorías no se propusieron examinar la deficiencia de vitamina D como factor de riesgo para la infección por COVID-19, y muchos factores que podrían explicar esta aparente asociación no fueron tenidos en cuenta.


Si la vitamina D tiene un papel en la prevención o mitigación de los efectos de la infección por COVID-19, la suplementación sería una intervención económica y de bajo riesgo. Por lo tanto, a continuación se revisa la evidencia clínica de que la vitamina D tiene un papel en la prevención o el tratamiento de COVID-19.

 


Evidencia clínica en COVID-19


Se realizaron búsquedas en PubMed y Google Scholar para obtener estudios que incluyeran términos para vitamina D y COVID-19. No se encontraron ensayos de vitamina D en COVID-19 que hayan informado resultados. Se encontraron varios estudios registrados, pero aún no informados. En ningún caso hay comparaciones contra placebo.
 

Un ensayo controlado aleatorio abierto (ECA) en adultos mayores de 60 años institucionalizados pero asintomáticos está evaluando el efecto de 2000 UI (50 µg) de vitamina D más 30 mg de gluconato de zinc por día durante dos meses versus la atención habitual. La medida de resultado primaria es la mortalidad; la incidencia de infección por COVID-19 es un resultado secundario.
 

Un ensayo está probando si una dosis oral única de 25000 UI (625 µg) de vitamina D (forma no especificada) mejora la mortalidad en pacientes infectados con SARS-CoV-2 sin síntomas graves, en comparación con la atención habitual. Este trabajo está basado en los hallazgos veterinarios de que los niveles reducidos de vitamina D en terneros se asociaron con la infección por coronavirus bovino.
 

Otro ECA comparará dosis únicas de vitamina D3, 50000 UI a 200000 UI (1250 vs 5000 µg) en personas con neumonía por COVID-19 que tienen más de 75 años o más de 70 con bajas saturaciones de oxígeno; la medida de resultado primaria es la mortalidad a los 14 días.
 

 

Estudios de grupo único


Un estudio abierto de grupo único está utilizando una combinación de hidroxicloroquina, vitaminas C y D (forma no especificada) y zinc como profilaxis en trabajadores sanitarios sanos con riesgo de COVID-19 por exposición a pacientes infectados. El mismo investigador ha registrado otro estudio, que dará a todos los participantes hidroxicloroquina, vitaminas C y D (forma no especificada) y zinc más azitromicina, con el objetivo de determinar si esta combinación puede tratar eficazmente COVID-19. No está claro cómo estos estudios cumplirán sus objetivos establecidos sin grupos de comparación.
 

 

Vitamina D para prevenir otras infecciones agudas del tracto respiratorio
 

Como las búsquedas realizadas no arrojaron resultados relevantes, se ampliaron los criterios para incluir otras infecciones respiratorias agudas (IRA). La mayoría de los estudios definieron las IRA como un grupo amplio que comprende infecciones respiratorias superiores e inferiores.
 

La evidencia observacional sugiere que concentraciones bajas, particularmente muy bajas, de vitamina D en suero están asociadas con una mayor incidencia de IRA. Un metaanálisis reciente de estudios observacionales mostró un riesgo significativamente mayor de IRA en pacientes con las categorías más bajas de 25 (OH) D3 en comparación con las categorías más altas (odds ratio -OR- 1,83; IC del 95%: 1,42 a 2,37; I2= 78.8%, 14 estudios, n = 78217 adultos). Agruparon las categorías de vitamina D según lo definido por los estudios incluidos (que variaron mucho) e incluyeron diversas IRA, desde infecciones del tracto respiratorio superior hasta neumonía. Buscaron una relación de respuesta a la dosis y encontraron una asociación no lineal entre las infecciones y la vitamina D sérica (riesgo más alto en <37.5nmol/L pero riesgo detectable a <60nmol/L en datos de 5 estudios de 37902 participantes). Los pacientes tenían un mayor riesgo de un resultado compuesto de infección grave o muerte en las categorías más bajas de vitamina D en comparación con las más altas (OR 2.46, IC 95% 1.65 a 3.66; I2 = 49.8, 5 estudios, n = 1495) y también en mayor riesgo de muerte (OR 2.46; IC 95% 1.65 a 3.66; I 2= 49.8%; 4 estudios, n = 1422). Los autores plantearon algunas preocupaciones importantes sobre los datos, incluida la evidencia de sesgo de publicación y un alto grado de heterogeneidad en los resultados.
 

Las revisiones y los metanálisis de los ECA han encontrado un efecto protector de los suplementos de vitamina D3 tomados durante semanas o meses. Esto fue más pronunciado en pacientes con las concentraciones basales más bajas de vitamina D (aunque las definiciones de deficiencia variaron).Una revisión de ECA mostró que la suplementación con vitamina D se asoció con reducción de IRA (OR para RTI 0,64 superior e inferior combinados ; IC del 95%: 0.49 a 0.84; p = 0.0014, I2= 72%; 11 estudios, n = 5389, NNT durante 3 meses 9 a 33). También examinaron si otros factores podrían explicar este efecto, como la dosificación infrecuente versus diaria de vitamina D3, el estado basal de vitamina D, adultos versus niños, sexo o participantes sanos versus pacientes. La única asociación significativa fue el intervalo de dosificación: cuando la vitamina D3 se administró diariamente, se asoció con una reducción significativa de las IRA (OR 0.51; IC del 95%, 0.39 a 0.67), mientras que la vitamina D3 no tuvo efecto cuando se administró en grandes dosis una vez por mes o con menos frecuencia (OR 0.86; IC del 95%, 0.62 a 1.20).
 

Un gran metanálisis de datos de pacientes individuales de ECA mostró hallazgos similares. La suplementación con vitamina D3 resultó en una reducción significativa en la proporción de pacientes que experimentaron al menos un IRA (OR ajustado 0.88, IC 95% 0.81 a 0.96, P = 0.003; NNT = 33 [20 a 101], n = 10933). El efecto de la suplementación fue mayor en pacientes con concentraciones séricas por debajo de 25 nmol/L (OR ajustado 0.58, IC 95% 0.40 a 0.82, NNT = 8 [5 a 21], n = 538). La dosificación diaria o semanal parecía ser protectora, incluso cuando las concentraciones basales estaban por encima de 25 nmol/L, pero las dosis intermitentes más grandes no fueron efectivas, incluso en pacientes con deficiencia de vitamina D. Los análisis de subgrupos no mostraron efectos significativos cuando las infecciones del tracto respiratorio superior e inferior se analizaron por separado.
 

Por último, una descripción general de las revisiones sistemáticas de la vitamina D para todas las afecciones no esqueléticas sugiere que la suplementación con vitamina D2 o D3 no tiene un efecto clínico importante en la mayoría de las afecciones, incluida la inflamación crónica, lo que refuerza la hipótesis de que el bajo nivel de vitamina D es una consecuencia de la mala salud, en lugar de su causa.
 

 

Conclusiones


No se encuentra evidencia clínica de que los suplementos de vitamina D sean beneficiosos para prevenir o tratar COVID-19. Se necesitan pruebas de ensayos aleatorios bien enmascarados para determinar si hay efectos, antes de recomendar suplementos de vitamina D3 para tratar o prevenir la infección por COVID-19.
 

Existe alguna evidencia de que la vitamina D puede tener un papel en la prevención de otras infecciones respiratorias, particularmente para personas con un nivel de vitamina D bajo o muy bajo. Si bien esta evidencia proviene de revisiones sistemáticas de ensayos aleatorios, tiene muchas limitaciones, incluidas definiciones heterogéneas de infecciones respiratorias, poblaciones de estudio, intervenciones y definiciones de deficiencia de vitamina D.
 


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