No es buena idea rastrear compromiso cardíaco posCOVID

Las reacciones desmedidas en la comunicación cientifica dan lugar a un alerta en la población y ponen en marcha una cadena de pedidos de estudios sin evidencia que genera cascadas diagnósticas y que lejos de tranquilizar a la gente, la inquietan. Después de un año de titulares atemorizantes acerca de que el virus que causa el COVID-19 puede generar compromiso cardíaco de manera más agresiva que cualquier otra enfermedad viral, un informe publicado la semana pasada en JACC: Cardiovascular Imaging (1) aclaró el punto.

 

El 27 de julio de 2020 un informe publicado en JAMA Cardiology alertó sobre una conexión entre la enfermedad cardíaca y COVID. (2) Por otro lado, investigadores alemanes afirmaron que el 78% de los pacientes con COVID-19 recuperados recientemente tenían signos "anormales" en sus resonancias magnéticas (RM) cardíacas y que el 60% mostraba signos de miocarditis.(3) Sin embargo, poco después de su publicación el artículo fue criticado por errores estadísticos y metodológicos. (4) Se sometió a una corrección larga pero mucho más silenciosa que indicó que muchas de las anomalías eran solo marginalmente más comunes entre los que se recuperaban de COVID-19 que entre individuos control similares que no habían tenido la enfermedad.

 

Unas semanas después, el 11 de septiembre de 2020, un estudio de la Universidad de Ohio mostró que el 15% de los atletas de competición que se habían recuperado de COVID-19 tenían anomalías en las exploraciones de RM cardíaca. (5) Este estudio, de solo 26 atletas, carecía por completo de grupo control. Además, estudios anteriores y contemporáneos habían encontrado anomalías similares entre los atletas de élite sin COVID-19. (6)

 

A raíz de este tipo de información muchas personas con enfermedad leve o incluso asintomáticas comenzaron a pedir ealizarse RM cardíaca, y algunos médicos incluso comenzaron a indicarlas. En la misma línea, en Argentina se comenzó a difundir la idea de realizar estudios cardíacos postCOVID. Sin llegar a la sofisticación de una RM cardíaca, se suelen indicar ECG y ecocardiogramas para personas que han transcurrido la infección sin mayores inconvenientes.

 

Un grupo de profesionales médicos preocupados, encabezados por el cardiólogo Venkatesh Murthy de la Universidad de Michigan, envió una carta a las organizaciones médicas pidiendo que estas exploraciones se realicen solo como parte de estudios de investigación cuidadosos con grupos de control apropiados para no caer en el sobrediagnóstico. (7)

 

Es bien conocido desde hace mucho tiempo que los virus pueden causar inflamación cardíaca y, a veces, incluso provocar insuficiencia cardíaca congestiva y muerte súbita. La preocupación era saber si el SARS-CoV-2 tenía una especial propensión a dañar el corazón.

 

Durante los meses siguientes, numerosos grupos de investigación publicaron estudios que refutaron dichas preocupaciones y proporcionaron evidencia tranquilizadora de que el SARS-CoV-2 no tiene una toxicidad adicional para el corazón, aunque hicieron poco para disipar la idea pública de que sí lo hace.

 

  • En enero de 2021, investigadores de la Universidad de Wisconsin estudiaron a 145 estudiantes atletas que tenían COVID-19 y encontraron miocarditis en solo el 1.4% de ellos, ninguno de los cuales requirió hospitalización. (8) En marzo, un grupo de cardiólogos deportivos informó sobre casi 800 atletas profesionales que habían dado positivo por COVID-19.(9) Menos del 1% de estos atletas tenían hallazgos anormales en la RM cardíaca o en la ecocardiografía de estrés. Ninguno de estos atletas tuvo problemas cardiovasculares cuando volvió a jugar.

 

  • En abril, otro grupo de autores publicó una serie de 19.000 atletas que fueron evaluados para COVID-19. (10) Aproximadamente 3000 dieron positivo por SARS-CoV-2, la mayoría de los cuales luego se sometieron a pruebas cardíacas básicas. De manera tranquilizadora, menos del 1% de estos análisis arrojaron resultados anormales. Y solo 21 de los 3.000 tenían un compromiso cardíaco definitivo, probable o posible según las pruebas de laboratorio y las imágenes cardíacas. Cinco (0.2%) de los atletas requirieron hospitalización por complicaciones no cardíacas de COVID-19 y 1 (0.03%) tuvo un paro cardíaco resucitado exitosamente que se consideró no relacionado con COVID-19 debido a que se realizó una gammagrafía cardíaca como parte de la evaluación y que no mostró evidencia de miocarditis.

 

  • En un estudio más sólido en cuanto a la evidencia publicado la semana pasada, un equipo internacional comparó dos grupos de trabajadores de la salud: uno con COVID-19 y el otro sin él. (11) No hubo absolutamente ninguna diferencia en los biomarcadores de la función cardíaca o las exploraciones cardíacas mediante ecocardiografía o RM.

 

Estos tres estudios incluyeron a jóvenes con síntomas leves. Pero incluso en los más enfermos, el efecto de COVID-19 en el corazón parece ser modesto.

 

Una publicación de una serie de 148 pacientes que se habían recuperado de un episodio grave COVID-19 afirmó que las exploraciones con RM realizadas durante la convalecencia mostraron que casi la mitad de las personas no tenían anomalías cardíacas importantes y que 9 de cada 10 tenían una función cardíaca normal. (12)

 

En resumen: la incidencia de los problemas cardíacos inducidos por COVID-19 fue exagerada.

 

La pandemia inyectó miedo en grandes dosis.

 

Por supuesto hay algo más que la alta tasa de mortalidad del virus en las personas mayores o su capacidad para propagarse rápidamente y colapsar los sistemas de atención médica. El aspecto más aterrador de COVID-19 es su imprevisibilidad. Muchos de nosotros nos preguntamos: ¿podría enfermarme mañana?

 

La publicación científica avanzó más rápidamente durante la pandemia, pero la calidad del trabajo fue peor.

 

El SARS-CoV-2 a veces, aunque rara vez, puede causar miocarditis al igual que muchos otros virus. Los médicos, por lo tanto, podemos apelar a la evidencia y seleccionar a los pacientes a los que indicar pruebas adicionales.

 

El rastreo de pacientes de bajo riesgo con RM y otras pruebas sofisticadas no es necesario ni prudente y puede llevar a muchos estudios falsos positivos, rótulos e intervenciones diagnósticas y terapéuticas adicionales.

 

La lección más importante es que la comunicación científica en tiempos de crisis debe mantener la calma. El público y los tomadores de decisiones necesitan estudios debidamente controlados en lugar de informes sensacionalistas tempranos.

 

Referencias

Artículo original: https://www.statnews.com/2021/05/14/setting-the-record-straight-there-is-no-covid-heart/

(1) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1936878X21003569

(2) https://jamanetwork.com/journals/jamacardiology/fullarticle/2768916

(3) https://www.statnews.com/2020/07/27/covid19-concerns-about-lasting-heart-damage/

(4) https://www.tctmd.com/news/message-unchanged-say-researchers-criticized-covid-19-cmr-study

(5) https://jamanetwork.com/journals/jamacardiology/fullarticle/2770645?appId=scweb

(6) https://jcmr-online.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12968-020-00660-w

(7) https://cvctcardiobrief.com/letter-warns-against-clinical-role-for-cardiac-mri-in-asymptomatic-covid-patients/

(8) https://jamanetwork.com/journals/jamacardiology/fullarticle/2775372

(9) https://jamanetwork.com/journals/jamacardiology/fullarticle/2777308

(10) https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCULATIONAHA.121.054824

(11) https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1936878X21003569

(12) https://academic.oup.com/eurheartj/article/42/19/1866/6140994

 

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