Figura 1.
Trombosis venosa cerebral
Si bien la trombosis venosa cerebral es un trastorno inusual, adquirió gran interés desde que se asoció con la aplicación de algunas de las vacunas contra el COVID-19. Las características de la isquemia cerebral causada por este tipo de trombosis difieren de aquella que ocurre por la oclusión de los vasos arteriales (es decir, las formas habituales de accidente cerebrovascular isquémico). Esta breve revisión pone el foco en el diagnóstico de una trombosis venosa cerebral (basado en las características clínicas y de imagen) y en el tratamiento.
La presencia de coágulos en los conductos venosos durales grandes se denomina trombosis del seno dural mientras que la oclusión de las venas en la superficie de la corteza se llama trombosis de la vena cortical. La trombosis venosa cerebral comprende tanto los coágulos durales como la oclusión de la vena cortical. Por otro lado, las trombosis también pueden ocurrir de forma independiente en las estructuras venosas profundas (seno recto, vena de Galeno, seno sagital inferior, venas cerebrales internas que drenan los tálamos y venas basales de Rosenthal).
Clínica
La presentación más frecuente de la trombosis del seno dural es la cefalea aguda o subaguda (presente en el 70 al 90% de los pacientes), a menudo con un examen neurológico normal. Si hay isquemia o infarto cortical pueden aparecer convulsiones, habitualmente focales, u otros déficits neurológicos.
El dolor de cabeza generalmente progresa durante un período de horas o días hasta convertirse en un dolor intenso o punzante en todo el cráneo (las personas con migraña suelen distinguir el dolor nuevo del suyo habitual). También puede ser bifrontal o localizarse en el vértex craneal. Ésta última zona de dolor es poco frecuente pero más específica.
En una serie de 200 pacientes con trombosis venosa cerebral, el 68% tenía cefalea (de 1 a 3 días de evolución en la mayoría de los casos). Aproximadamente un tercio lo manifestó unilateral y un quinto más localizado. En este tipo de cuadros, toser, agacharse o mover la cabeza tienden a empeorar el dolor. Si bien algunos pacientes tienen "cefalea en trueno" (porque el dolor posee la rapidez y la intensidad que implica el término), esto es más característico de la hemorragia subaracnoidea.
El papiledema puede desarrollarse durante un período de días o semanas después de una trombosis del seno dural. Aunque menos frecuente, también pueden ocurrir otras manifestaciones de aumento de la presión intracraneal, como parálisis bilateral del sexto par craneal.
En relación a las convulsiones, un estudio que incluyó a 1281 pacientes con trombosis venosa cerebral describió que el 34% presentó convulsiones dentro de la semana de ocurrida la trombosis. La tasa de estado epiléptico (algunas veces refractario al tratamiento), varía según el tamaño de las series.
Por último, respecto a los déficits neurológicos, es importante recordar que las manifestaciones clínicas de las trombosis venosas cerebrales no respetan los territorios involucrados en los ictus arteriales habituales. Los cuadros más frecuentes son la paresia de una o ambas piernas o la hemiparesia (por infarto en las regiones frontoparietales que rodean la vena de Trolard) y la afasia y la confusión (por infarto del lóbulo temporal que rodea la vena de Labbé). En una serie de 181 pacientes, las imágenes cerebrales mostraron lesiones frontales y frontoparietales en el 25% y el 22% de los pacientes, respectivamente. Algunos casos se han caracterizado por encefalopatía o coma, generalmente por múltiples oclusiones venosas profundas y aumento de la presión intracraneal. Los déficits fluctúan y pueden ser en gran parte reversibles.
Los síndromes de trombosis de la vena cerebral profunda son complejos e incluyen somnolencia o estupor por disfunción talámica bilateral e hidrocefalia obstructiva.
La trombosis del seno cavernoso causa un síndrome regional de dolor periorbitario y frontal, quemosis ocular y parálisis de los nervios craneales que lo atraviesan (tercero, cuarto y sexto y las divisiones oftálmica y maxilar del quinto). Si la trombosis se extiende desde los senos cavernosos hasta los senos petrosos, habrá signos del tronco encefálico y del cerebelo.
Causas
En la mayoría de los casos la trombosis venosa cerebral es secundaria a alguna entidad que, en realidad, produce trombosis venosas a nivel sistémico debido a un estado de hipercoagulabilidad. Habitualmente, esta condición se diagnostica antes de que la trombosis cerebral ocurra. Las entidades más frecuentes son el adenocarcinoma, la policitemia vera, la trombocitemia, algunas leucemias, la enfermedad de células falciformes, el embarazo y el posparto. Otras causas son el traumatismo craneal directo, los procedimientos neuroquirúrgicos en el área de un seno venoso y la meningitis bacteriana. También, al explorar el origen de una trombosis venosa cerebral, pueden descubrirse otros trastornos como el síndrome de anticuerpos antifosfolípidos o formas genéticas de hipercoagulabilidad (factor V Leiden, deficiencia de la proteína S y la proteína C, mutación de la protrombina, hiperhomocisteinemia, etc.).
La rara asociación de trombosis venosa cerebral con las 2 vacunas de vector adenoviral contra el coronavirus (1 caso por cada 100.000 vacunados con la AstraZeneca y 1 por cada 1.000.000 con la de Johnson & Johnson/Janssen), ocurrió principalmente en mujeres y se vinculó con una trombocitopenia trombótica inmunitaria mediada por anticuerpos activadores de plaquetas contra PF4.
Por otro lado, en una serie de pacientes con COVID-19 se notificó trombosis venosa cerebral en menos del 1% de los enfermos y, en otra serie, de 22 accidentes cerebrovasculares relacionados con infección por el SARS-Cov-2, 2 presentaron trombosis venosa cerebral. En ninguna de las series los pacientes presentaron trombocitopenia ni anticuerpos anti-PF4.
Estudios complementarios