La importancia de los límites en la educación

En ocasiones los padres piden ayuda para poner límites a sus hijos. No es infrecuente que cuando los niños son berrinchosos, de carácter fuerte y deciden por todos sobre qué, dónde o cuándo comer, jugar, dormir, etc. los padres se encuentren con dificultades para manejar estas situaciones. 
 
La puesta de límites por los padres, muy de la mano de la educación, ha variado en el pensamiento científico con el correr de las décadas, e incluso, de los siglos.
Era una situación habitual que en las familias, escuelas, iglesias y sociedades del pasado, la obediencia y disciplina se impusieran como un valor de alto rigor en la educación de los chicos, llegando a los extremos de recomendar la amputación de la voluntad del niño en merced a las necesidades del cuidador.
 
Y en respuestas a estas costumbres, escuelas de psicología más modernas, desde mediados de siglo pasado, promovían las actitudes contrarias. Dejar al niño crecer con total libertad. Que coma, juegue, duerma y se exprese cuándo quiera y en la forma que quiera. Françoise Dolto decía que toda intervención educativa, es castradora, porque limita la autonomía del niño.
 
Entonces empezaron a aparecer los “niños tiranos”, que se destacaban por su altísima autoestima, pero con baja tolerancia a la frustración y generadores de grandes berrinches cuando no alcanzan su deseo, volviéndolos más vulnerables también.
 
En la actualidad, la sensación de problemas con relación a la falta de límites está muy presente, y tanto padres como maestros y médicos se sienten impotentes con relación a las “fallas en la limitación”, las faltas de conducta o el bajo rendimiento escolar. Muchos padres reconocen no saber cómo poner los límites. Temen que entrar en conflicto con los niños, y piensan que hacerlos llorar los pone como malos padres. Viven la autoridad con dudas y culpa, y temen que dejen de ser queridos. Naouri, en el 2005 escribió que educar democráticamente a los hijos los convertirá en tiranos. Si los educan de forma fascista, serán demócratas(1).
 
Desde que el niño nace, debe ir aprendiendo a desarrollar la autorregulación. Esta cualidad se refiere a la capacidad de modificar conductas según las excigencias del medio, y este desarrollo es prioritario para la vinculación y el desempeño social. Al nacer el niño va experimentando diferentes sensaciones que se presentan como displacenteras (como el hambre, la saciedad, el frío o el calor, el miedo, los dolores internos, etc). Y es la madre quien controla todas sus necesidades. Entonces el niño desde muy chiquito empieza a aprender que si llora por cualquier causa, va a aparecer mamá para ayudarlo. se siente mal, pero se calma cuando escucha la voz de su mamá, cuando alzado a upa, o solamente es tocado. Otro ejemplo claro de autorregulación es el llanto que se calma cuando se le pone el chupete en la boca.
 
Es durante el primer cuatrimestre donde el niño manifiesta sus primeras armas de autorregulación, superando el período de llanto (cólico del lactante). Aprendió a entender sobre estas sensaciones, se adapta y no reacciona con el llanto. Todos los niños lloran en las primeras semanas de vida, hacen un pico de llantos en las 8 semanas, para empezar a descenderlo luego. Esta situación genera gran ansiedad familiar, consultas a centros de salud y hasta uso de estudios o medicamentos en forma inapropiada. Aproximadamente el 30% de los niños consultará por llanto excesivo alguna vez.
 
El octavo mes, y los 20 meses (etapa del berrinche propiamente dicho) son otros momentos del crecimiento del niño donde volverán a sufrir esta situación.
 
Entonces los padres deben conocer estos períodos fisiológicos de la maduración, y entender que la puesta de límites es necesaria para el desarrollo sano del niño. A partir de los 2 años de edad, las provocaciones serán bien evidentes. El niño decide hacer cosas que están mal deliberadamente, y observa la reacción de los padres, los mira a los ojos, encuentra la desaprobación y deja de hacer lo que venía haciendo, para repetir la situación más adelante.
 
Esta disciplina es la que hace que el niño se siente seguro, observado, contenido y querido por los papás. La falta de límite puede ser tomada por el niño como falta de interés o de afecto de los padres por él. Buscará traspasar el límite todas las veces que pueda en forma reiterada.
 
Por todo esto es que el objetivo de la educación, no es que el niño acate las órdenes de los padres sumisamente, sino que aprenda a gestionar el autocontrol. Promover la autonomía y toma de decisiones, en el marco de las vinculaciones y normas sociales. Pasar del autocontrol externo (padres) al interno, para autocontrolar sus impulsos, emociones y afecto.
 
Algunos opinan que los padres sobreprotectores educan niños más tímidos y temerosos, o con problemas de conducta. Aunque la relación causa-efecto no está para nada clara. Moffitt y cols, siguieron una cohorte de 1000 niños por 30 años y vieron que, la capacidad de autocontrol antes de los 11 años de edad, influía en la salud, riqueza y criminalidad a los 30 años de vida (2). Baumeister y cols. 2007 vieron que el déficit en autocontrol se relaciona con problemas de conducta, agresividad, crimen y violencia, consumo de alcohol y drogas, problemas emocionales, abandono escolar y problemas de convivencia (3).
 
Entonces, ¿qué podemos aconsejar? 
 
- Acordando reglas claras y coherentes desde los cuidadores hacia el niño. Sin contradicciones.
 
- Utilizar diferentes herramientas pedagógicas como la selección de la información, premiar, castigar (me refiero a la penitencia), razonar con ellos, repetir la consigna con su explicación, cambiar las creencias que lo reiteran y las motivaciones para superarlos(4).
 
- Advertir sobre las consecuencias de no cumplir el límite (su penitencia).
 
- No comprometerse extremadamente con la situación (ni llorar o dejarse llevar por el enojo).
 
- Ser consistentes y firmes, pero sin rigidez ni violencia (física ni verbal).
 
- Dar una respuesta positiva a sus logros (con celebraciones, felicitaciones y premios).
 
- Enseñar que la decepción no es una tragedia, y poder aceptarla sin dramatismo.
 
 
Autor: Diego Terceiro

 
Referencias:
 
(1) Naouri A. Padres permisivos, hijos tiranos. Barcelona: Ediciones B; 2005
(2) http://www.joseantoniomarina.net/articulo/limites-disciplina-castigos/
(3) Baumeister RF, Vohs KD, Tice DM. The Strenght Model of Self-Control. Current Directions in Psychological Science. 2007; 16(6).
(4) *Marina JA. EL kit de herramientas pedagógicas básicas. Pediatr Integral. 2011; XV(2): 175-9.