Convusiones febriles (convulsión febril)

¿Qué es una convulsión?
 
Una convulsión es un síntoma transitorio que se produce por una actividad anormal del cerebro. Esta puede afectar un área focal pequeña del cerebro (parcial o focal), o el cerebro entero (generalizada). El área afectada por la convulsión pierde su capacidad de regular la función del cuerpo que controla. 
 
¿Qué es una convulsión febril?
 
Cuando la convulsión se asocia a un cuadro febril y no existe otra causa para que se produzca más allá de la fiebre se denomina convulsión febril.  
Las convulsiones febriles se suelen dar en niños de 6 meses a cinco años de edad. Son eventos que en general no duran más de cinco minutos y ceden espontáneamente. 
Si bien estos episodios generan una gran angustia y preocupación en los padres las convulsiones febriles tienen un curso benigno, es decir que no dejan secuelas,  no se asocia a otras enfermedades del  sistema nervioso y no corre peligro la vida del paciente. 
Hay que diferenciarla de las convulsiones asociadas a enfermedades infecciosas del sistema nervioso central, como la meningitis o la encefalitis, que en general se presentan con fiebre pero son parte de los síntomas de la enfermedad en curso y no una convulsión febril típica. También deben diferenciarse de las convulsiones que están asociadas a enfermedades neurológicas previas, enfermedades metabólicas y a la epilepsia. 

¿Cuáles son sus síntomas?

En general una convulsión febril se manifiesta con una convulsión generalizada. 
Una convulsión generalizada se manifiesta con pérdida de conocimiento repentina, en ocasiones solo se observa que los ojos se van hacia arriba y atrás o simplemente la mirada fija, también pueden presentarse temblores en los cuatro miembros y relajación de esfínteres (es decir que puede escaparse la orina). A veces solo existe pérdida del tono muscular en todo el cuerpo o solo rigidez, también puede aparecer una coloración azulada en la piel. Al recuperarse del episodio persiste un período de lentitud en el pensamiento o somnolencia que puede durar varios minutos (hasta media hora) hasta recuperarse totalmente.
Una convulsión parcial o focal se manifiesta sin pérdida del conocimiento y con afección de la función de la zona del cerebro comprometida, por ejemplo movimientos involuntarios (similares a temblores) de solo miembro (brazo o pierna).
Cuando una convulsión dura más de 15 minutos o es focal, es menos probable que se trate de una convulsión febril simple.

¿Cómo se diagnostica?

Los niños que presentan un episodio de convulsión y fiebre deben ser evaluados por el médico para determinar que se trata de una convulsión febril y no de una convulsión por otra causa (meningitis, enfermedad neurológica previa, enfermedades metabólicas). La primer evaluación es clínica, es decir mediante el interrogatorio a los padres y el examen físico.
Cuando existen dudas respecto del diagnóstico puede requerirse una punción lumbar de líquido cefalorraquídeo, análisis de sangre o resonancia de cerebro. El electroencefalograma no suele aportar mayores datos.

¿Cuál es su tratamiento?
 
En general la convulsión febril cede espontáneamente luego de unos minutos de duración. Si la convulsión febril, lleva más de cinco minutos, se debe iniciar tratamiento con medicación anticonvulsivante.
 
¿Puede prevenirse?

Un niño que ha presentado una convulsión febril tiene más riesgo de presentar un episodio nuevo de convulsión febril que un niño que nunca tuvo este síntoma. Esto se llama recurrencia.
No hay acuerdo sobre el nivel de temperatura necesaria para convulsionar, aunque los pacientes que convulsivan a una menor temperatura tienen mayor más riesgo de recurrir.
Sin embargo, vale aclarar que las recurrencias de las crisis pueden no presentarse a iguales niveles de temperatura y que hay casos descriptos que informan que las crisis aparecieron durante el descenso de la temperatura.
Si bien las convulsiones febriles tienen una alta tasa de recurrencia, no está recomendado el tratamiento preventivo en los pacientes que presentan convulsiones febriles simples o típicas (representan el 90% de las mismas, son generalizadas, simétricas y únicas, y de una duración inferior a los 15 minutos) debido al curso benigno de estos eventos y a que los efectos adversos de los anticonvulsivantes superan a sus beneficios.
Tampoco está demostrado que el uso de antitérmicos (medicaciones para bajar la fiebre) reduzcan el riesgo de presentar una convulsión febril.
 
¿Cuáles son sus consecuencias?

Las convulsiones febriles son episodios transitorios que desaparecen cuando el niño crece y no trae consecuencias posteriores para su salud ni tampoco secuelas neurológicas.
Los niños que hayan presentado un episodio de convulsión y fiebre deben ser evaluados por el médico para determinar que se trata de una convulsión febril y no de otra causa.