Rosácea, enrojecimiento de la cara

La rosácea es una inflamación crónica de la piel de la zona central de la cara, predominantemente de la nariz y las mejillas, aunque puede afectar también párpados, labios, mentón y, en ocasiones, los ojos. Su presentación es más frecuente en mujeres de piel blanca, entre los 30 y 50 años de edad.
 
 
Puede ser persistente o puede tener períodos en los que remite y luego reaparece.

 
¿Cuál es la causa?
 
Se desconoce con certeza su causa pero se cree que puede deberse a un conjunto de factores, genéticos y ambientales. 


¿Cuáles son sus síntomas? 

La rosácea puede presentarse de varias formas que pueden superponerse o progresar de una a otra.
 
Existen formas leves y formas más severas, la gravedad está en relación al tipo de lesiones que se producen en la piel. Si bien es una condición que no presenta riesgos serios, puede afectar la calidad de vida y la autoestima de las personas ya que, además de las molestias que provoca, también deteriora la estética. 


La rosácea leve se presenta como enrojecimiento y dilatación de los pequeños vasos de la piel de la nariz y las mejillas (figura 1) principalmente. Puede asociarse a ardor y escozor, sensación de piel seca en la zona afectada. A estos síntomas pueden agregarse puntos rojos palpables y, en ocasiones, llenos de pus (se llaman pápulas y pústulas, respectivamente. Figura 2), esta forma de presentación se considera de severidad moderada o intermedia. También existen otras formas menos frecuentes como el fima y la afección ocular (figura 3). En la primera, lo más común es la afección de la nariz (rinofima, figura 4) en la que se produce una fibrosis de la piel que puede llevar a una deformación en casos severos. Esta forma de presentación es  poco frecuente. La afección ocular se caracteriza por inflamación de los párpados, picazón, ardor, sequedad, sensación de cuerpo extraño y muy raramente, queratitis (inflamación de la cornea). Si bien es una forma de presentación rara debe ser considerada porque a menudo no se la diagnostica.  
 

Figura 1, 2, 3 y 4                                                                                  
          
 
                            
Factores desencadenantes

 
Existen algunos factores que pueden precipitar los síntomas como:
 
  • Las temperaturas extremas
  • La exposición a la luz solar
  • El viento
  • El alcohol y el tabaco
  • La ingesta de comidas picantes
  • las emociones 
 
 
¿Cómo se llega al diagnóstico?

El médico suele realizar el diagnóstico teniendo en cuenta la historia y los síntomas. Generalmente no se requieren estudios complementarios. Sin embargo, en ocasiones el profesional puede solicitar una biopsia o un análisis de sangre ya que algunas enfermedades pueden presentar síntomas similares a la rosácea (por ejemplo, la dermatitis seborreica o el lupus) y requieren otras formas de tratamiento.    
 
 
Prevención

No existe forma de prevenir la aparición de la rosácea, pero para las personas que la padecen se recomienda observar cuáles son los factores que la desencadenan y evitarlos. También se recomienda la utilización de factores de protección solar y cremas humectantes y evitar los cosméticos irritantes y la exposición al sol. 


Tratamiento
 
Para evitar el enrojecimiento de la piel es efectivo el uso de tartrato de brimonidina al 0’5 % en gel, su mayor efecto se observa entre las 3 a 6 horas de su aplicación. Algunas personas pueden presentar un enrojecimiento de rebote con el gel (es decir que cuando cesa el efecto del gel la piel puede enrojecer súbitamente). Otro producto utilizado con el mismo fin es la crema con clorhidrato de oximetazolina al 1%, 

Para las personas que presentan pápulas y pústulas se recomienta la aplicación tópica (en gel o crema) de alguno de estos fármacos: ácido azelaico, metronidazol  o ivermectina. En general, los resultados se observan luego de varias semanas de aplicación.

En la rosácea las recaídas (reaparición de los síntomas) son frecuentes pero hay estudios que muestran que el uso crónico de brimonidina, metronidazol o ivermectina tópicos reducirían su frecuencia. 
 
También existen productos muy utilizados como peróxido benzoico asociado o no con antibióticos tópicos.

Cuando existe afección ocular se recomienda higienizar los párpados con agua tibia 2 veces al día  y aplicar lágrimas artificiales. Es aconsejable la consulta con su médico de cabecera u oftalmólogo para intentar otras opciones terapéuticas. 
 
Para las personas que no tienen buena respuesta a los tratamientos tópicos, y para quienes presentan fima o afección ocular se puede considerar el  tratamiento por boca. El fármaco más utilizado es la doxiciclina en comprimidos. Otro fármaco que también ha demostrado beneficios es la isotetrinoína. La decisión de un tratamiento por boca debe ser considerada conjuntamente con su médico. 
 
Es importante destacar que los tratamientos por boca no deben realizarse durante el embarazo o la lactancia.
 
Existen otro tipo de opciones terapéuticas, como la terapia láser, que puede ayudar a reducir el enrojecimiento causado por el agrandamiento de los vasos sanguíneos. Cuando el fima se encuentra inactivo se pueden realizar intervenciones quirúrgicas o láser ablativo con una finalidad estética. No hay estudios que hayan evaluado la eficacia de estos tratamientos pero pueden tenerse en cuenta y discutirse con el médico.